PREVENIR MEJOR QUE CURAR

viernes, 7 de noviembre de 2008

Barack Obama, Presidente de E.E.U.U.: Que viene después?

No se recuerda en la política norteamericana la emergencia de un político de una forma tan espectacular y vertiginosa. Hace apenas cuatro años, Barack Hussein Obama era un joven y desconocido legislador en Illinois. Cuatro décadas después del asesinato de Martin Luther King, el mundo entero conoce de sobra a quien será el primer presidente negro de la Historia de EEUU.

Una de las principales características de Obama es su capacidad para alternar, con toda naturalidad y sin despeinarse, discursos idealistas —en línea con los postulados tradicionales de la izquierda americana—, con una práctica política de lo más pragmática y convencional. De ahí, que muchos norteamericanos aún no sepan si es un izquierdista con piel de cordero, un centrista pragmático, o simplemente un astuto oportunista.

"Yes, we did!" era el grito de euforia durante la madrugada del 5 de noviembre en las calles de las principales ciudades de EE UU. En la 16 street con la calle U, casi en pleno centro de Washington y uno de los barrios afroamericanos por excelencia, la muchedumbre que celebraba la victoria de Barack Obama de manera espontánea -algo poco usual para la tradición política del país- hacía chocar las palmas de las manos y se sostenía brazo con brazo para reforzar el mensaje: sí, lo hicimos, somos hermanos de un solo pueblo. Es decir, somos negros. Más aún: somos como Obama entiende que somos los negros en EE UU al iniciarse un nuevo ciclo histórico. Somos negros que nunca más serán negros.

¿Es éste el significado al menos simbólico de la victoria de Obama? En parte sí, aunque la propuesta haya seguido un largo y tortuoso camino para llegar a los resultados que la elección otorgó, como por ejemplo el mayoritario apoyo hispano hacia su candidatura o el de la casi nula importancia que el electorado dio a la cuestión racial a la hora de emitir su voto. Dicho esto, ¿a quiénes entonces les pareció relevante el color de la piel del candidato? Sin duda, y en primer lugar, al reverendo Jeremiah Wright, protagonista del capítulo más complejo al que se enfrentó Obama en las primarias. Y sin duda también, aunque de manera natural en su caso, para Sarah Palin, quien contra el pensamiento político del propio McCain, hizo suya la postura más conservadora de los wasp people (blancos, anglosajones y protestantes): buscar y encontrar la salvación en el énfasis individual y hacer de la cultura protestante su barca de Noé. Es decir, situarse en los opuestos de la identidad colectiva que el reverendo Wright elevaba a los cielos durante sus prédicas incendiarias de los domingos, donde el pueblo lo era todo y el individuo, nada.

Resulta curioso y revelador comprobar que, entre ambos extremos, la victoria de Obama se alzó como un paradigma de pragmatismo político y una vía de superación efectiva de las divisiones que han fracturado a la sociedad estadounidense desde hace casi medio siglo, cuando en los años 60 la lucha por los derechos civiles terminó en asesinato, magnicidio y odio interracial.

Para una comunidad que por décadas había cifrado su orgullo e iniciativa en la misma diferencia que había motivado su segregación original, la convocatoria de Obama a incluir las diferentes identidades en la marca de un solo pueblo fue caracterizada de histórica por los propios republicanos. De hecho, criticaba a su propia comunidad de color por los males del racismo. Está visto que su llamamiento caló hondo en las nuevas generaciones de negros, blancos e hispanos, que acudieron en masa a entregar un veredicto sobre ellos mismos: nunca más negros, ni blancos ni hispanos si Obama triunfaba. Al menos no en esa noche de euforia en la calle U, con el brazo del otro tomado un segundo más de lo acostumbrado.

Esta histórica desición en las urnas trae mucha cola. Trae muchas expectativas. Ya verá Africa si su hijo predilecto la rescata del olvido y la vuelve a poner en el mapa. Ya verá Irak si Obama cumple con su promesa y retira las tropas norteamericanas. Ya verá América latina si adopta las políticas proteccionistas que muchos sospechan -y temen- esconde. Ya verá Cuba si, después de cuatro décadas, decide finalmente levantar el embargo. Ya verá Europa si se convierte en el aliado con el que sueña después de ocho años de desencuentros con George W. Bush. Ya verán todos...

Ojalá sea un cambio de rumbo en la política de estado de uno de los países mas poderosos del mundo. Estar sentado en el sillón presidencial del Capitolio será un gran reto para Obama. Qué significa para el mundo la elección de un afroamericano como presidente? Un lider de masas? Es más, mucho más. Barack Obama es lo que cada uno quiere ver en él. Tiene un poco de todos. Un poco de africano, un poco de europeo, un poco de asiático, un poco de latinoamericano... y sí, un poco de musulmán. Para Europa, que lo recibió como a una estrella de rock en junio, representa la esperanza de un nuevo liderazgo mundial, la posibilidad de que nazca una más aceitada relación transatlántica. La posibilidad de que el odio a Bush quede en el olvido.

Para Africa, donde muchos ya preparan fiestas de celebración o empiezan a pensar incluso en ampliar sus pistas de aterrizaje para recibir al Air Force One, es el candidato de la esperanza negra. La muestra de que cualquiera puede soñar en grande y que incluso el hijo de un keniata de la etnia luo puede sentarse en el sillón más influyente del mundo. Y que Africa puede dejar de ser el "continente olvidado".

Y para nosotros, América latina, es la demostración de que es posible que un miembro de una minoría llegue lejos. De que se puede venir de un país alejado del centro del poder y hacer realidad el sueño americano. Y de que la integración es posible. Las ideas deben prevalecer a la fuerza del poder...

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