PREVENIR MEJOR QUE CURAR

viernes, 11 de septiembre de 2009

Cuida a tu pareja

En mi viaje diario por la internet encontré algo muy interesante que creo que puedo compartirlo con ustedes. Un mensaje que quizás salvará muchas relaciones o evitará que se presenten situaciones desagradables con nuestras parejas. La autoría de este artículo recae en el Padre Ricardo Bulmez, nacido en la ciudad venezolana de Coro, es sacerdote católico y por más de veinte años fue capellán en varios centros penitenciarios de su país. Su mensaje nace para los privados de libertad física y sale de allí para ser ofrecido a los seres humanos privados de libertad espiritual y emocional; de los presos aprendió a sufrir con paciencia. Él sabe y así lo transmite que el hombre puede transformarse, el hombre puede sacar una lección del sufrimiento y convertirlo en alegría, el hombre simplifica sus acciones para salvarse y encontrarse a sí mismo y en esa conversión se encuentra con Dios
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"Voy a decir algo que, con seguridad, va a molestar a muchos, pero que cuando lo explique, va a molestar más: A veces cuidamos más lo que TENEMOS SEGURO que lo INSEGURO. Me explico. Siempre digo: “No cuides tanto a tu familia, cuida a tu PAREJA”. Y, sorprendida, la gente responde: “Pero, ¿cómo que no voy a cuidar a mi familia? ¡¡Es MI FAMILIA!!” Sí, es tu familia, y por eso no la tienes que cuidar, porque ES tu familia y seguirá siéndolo, y, como tal. a TU FAMILIA la tienes SEGURA, porque el vínculo familiar, el de consanguinidad, nunca se pierde.

Alguna vez has oído decir a alguien “Allí va mi ex hijo, o allí va mi ex padre”? No, ¿verdad? Pero sí has oído mucho “Allí va mi ex pareja”. Los padres, los hijos, los hermanos, los abuelos, los tíos, los primos, etc., en fin, la familia, es lo más seguro que se tiene; en ella no hay ex. Sus miembros están allí, y por muchos años que pasen sin que los veas, por mucho tiempo que tarden en comunicarse entre ustedes, ellos están allí. No puedes decir “Aquella señora que va por allá fue mi madre por 25 años”, porque tu madre está allí, dondequiera que esté, y ella está segura.
De todos los amores que existen, el más débil es el de PAREJA. En una pareja no hay consanguinidad, por eso hay que darlo todo para formarse algo.

Tener una pareja es como tener que cuidar una flor. Si una flor no se riega, muere; y si se riega mucho, también muere. Hay que ser un artista para cuidar una flor. Yo no sé cuidar flores, por eso soy cura. Por eso, el amor de padre, de madre y de hijo es como tener un “cují coriano”(cactus): nadie lo riega, pero está ahí.

Eso que llamamos AMOR ETERNO se da en papá, en mamá, en un hijo y en amigos, que también pueden llegar a ser un amor eterno, es decir un amor sin condición. Pero el AMOR en una PAREJA es un AMOR DIARIO, que tiene que cuidarse TODOS LOS DÍAS.

Tuve un hermano en los Estados Unidos, que estuvo por allá más de diez años, y durante todo ese tiempo no nos comunicamos. Nunca lo llamé, y puedo decir que hasta por descuido; siempre sabía de él por nuestra madre. Pero cuando regresó lo fui a buscar al aeropuerto y el abrazo que nos dimos fue tan fuerte que lloramos de emoción. Allí estábamos. Pero vete lejos de tu pareja por diez años,… a ver qué encuentras.

Por eso EL AMOR DE PAREJA es AMOR de todos los DÍAS.
Yo puedo hablar con mis padres cada semana, una vez al mes, una cada trimestre,… pero si tuviera pareja la estaría llamando a cada momento. Y no es que sea bueno o no, es que el AMOR DE PAREJA es así.

Veamos cómo se expresa el amor de algunos padres que por alguna circunstancia tienen un hijo discapacitado. No es que no quieran a los otros hijos, que los tienen seguros, es que del discapacitado tienen que estar más pendientes porque él no puede valerse por sus propios medios, puede caerse o, a lo mejor, no come solo. En cambio los otros están bien, los quieren y saben que están ahí.

Si tengo una pareja, ése debe ser para mí el AMOR al discapacitado. De ése tengo que estar más pendiente porque necesita más. El amor de los padres es independiente; el AMOR de PAREJA es dependiente. Mi pareja depende de mí y yo dependo de ella. Estamos unidos “hasta que la muerte nos separe”, pero EL AMOR que nos debemos es como el amor que se da a un hijo discapacitado, es continuo y desinteresado".

Padre Ricardo Bulmez

miércoles, 29 de abril de 2009

El Sufrir se puede convertir en algo bello


El sufrimiento es, para muchos corazones, un enemigo que se busca alejar a cualquier precio. Porque parece que sufrir es fracasar, es perder. Porque el dolor es visto por muchos como algo negativo, una derrota que debería desaparecer en el mundo de los hombres.

Pero la vida humana, ¿mejora realmente si dejamos de sufrir, si eliminamos todo dolor? ¿No es injusto el precio que hay que pagar para conseguir una existencia más placentera, más exitosa, más fácil? ¿Qué gana quien rehuye todo esfuerzo, quien aparta sus ojos del dolor ajeno, quien se esconde a la hora de repartir tareas pesadas que “alguien” tiene que llevar a cabo?

En el camino de la vida el dolor aparece de mil maneras. A veces como un accidente inesperado. Otras veces desde una enfermedad que avanza poco a poco. En ocasiones, desde la pena ajena: no puede resultarnos indiferente la angustia de la madre que pierde a su hijo, el dolor de un viudo solitario, la tristeza del obrero despedido.

Si hay quienes ven el dolor como un enemigo, como una derrota, también hay quienes descubren que sólo a través del sufrimiento la vida llega a ser verdaderamente humana. Porque sufrir no es sinónimo de perder. Muchas veces es, simplemente, la consecuencia de un amor maduro, solidario, pleno. Es entonces cuando sufrir es bello.

Así lo explicaba el Papa Benedicto XVI: “Sufrir con el otro, por los otros; sufrir por amor de la verdad y de la justicia; sufrir a causa del amor y con el fin de convertirse en una persona que ama realmente, son elementos fundamentales de humanidad, cuya pérdida destruiría al hombre mismo” (encíclica “Spe salvi” n. 39).

El Papa preguntaba en ese mismo texto: “¿somos capaces de ello? ¿El otro es tan importante como para que, por él, yo me convierta en una persona que sufre? ¿Es tan importante para mí la verdad como para compensar el sufrimiento? ¿Es tan grande la promesa del amor que justifique el don de mí mismo?”

La respuesta, para la fe cristiana, es “sí”. Sí: vale la pena darse al otro, vale la pena amar sin reservas, vale la pena dejar comodidades para embarcarse en el mundo de la donación, de la verdad, de la justicia. Porque Dios mismo nos ha dado ejemplo, pues Él, que es “la Verdad y el Amor en persona”, quiso “sufrir por nosotros y con nosotros” (“Spe salvi” n. 39).

Con la mirada en la Cruz de Cristo, con el descubrimiento del verdadero sentido del dolor y del sufrimiento “por amor del bien, de la verdad y de la justicia”, podemos superar el deseo de comodidades y el miedo a lo difícil, y hacer que nuestra vida sea plena, sea verdadera, sea buena.

“La verdad y la justicia han de estar por encima de mi comodidad e incolumidad física, de otro modo mi propia vida se convierte en mentira. Y también el ‘sí’ al amor es fuente de sufrimiento, porque el amor exige siempre nuevas renuncias de mi yo, en las cuales me dejo modelar y herir. En efecto, no puede existir el amor sin esta renuncia también dolorosa para mí, de otro modo se convierte en puro egoísmo y, con ello, se anula a sí mismo como amor” (“Spe salvi” n. 38).

No es hermosa la vida que renuncia al dolor bueno, ese dolor que nace cuando amamos sin medida. Porque quien no ama hasta el dolor sincero llevará una vida raquítica, llena tal vez de pequeñas satisfacciones momentáneas pero hueca en lo que de verdad nos define como seres humanos: esa capacidad de amar hasta sufrir por el bien del otro.

Sólo cuando nos abramos al amor pleno, sólo cuando dejemos egoísmos y mentiras que empobrecen, entraremos en un horizonte de entrega donde no faltarán heridas ni penas, pero donde la alegría del discípulo será semejante a la del Maestro y del Pastor que sufrió y dio la vida porque amaba a sus amigos...

Fuente:
Catholic net

lunes, 23 de marzo de 2009

La Hora del Planeta: Salvemos La Tierra...


Este sábado 28 de marzo de 2009 a las 8:30 pm, hora local, WWF le pide a individuos, empresas, gobiernos y organizaciones alrededor del mundo que apaguen sus luces durante una hora, La Hora del Planeta, para demostrar globalmente su preocupación por el cambio climático y demostrar su compromiso para encontrar soluciones.

La Hora del Planeta inició en 2007 en Australia, con la participaron más de 2 millones de personas. Un año después el evento se convirtió en el movimiento más grande del mundo frente al cambio climático, al contar con la colaboración de más de 100 millones de personas en más de 350 ciudades. Lugares emblemáticos como el puente Golden Gate en San Francisco y el Coliseo en Roma apagaron sus luces como símbolo de esperanza por una causa que tiene cada vez más importancia a nivel global.

La Hora del Planeta es un llamado para que cada persona, negocio, empresa privada, gobierno o comunidad actúe. Es una alerta para asumir responsabilidades e involucrarnos en el trabajo por un futuro sustentable. Es así como más de 74 países, entre ellos Perú, participarán este 28 de marzo a las 8:30 pm en La Hora del Planeta 2009.


Nueva Zelanda será el primer país en bajar el switch. Por lo tanto la organizadora de la Hora del Planeta para WWF-Nueva Zelanda, Dairne Poole ve a su país desempeñando un rol trascendental para alcanzar la meta de un billón de participantes en más de mil ciudades, a lo largo de 25 husos horarios.

El sector energético concentra un 24,6% de las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) a nivel mundial, seguido por el cambio en el uso de la tierra, el transporte, la agricultura, la industria, entro otros. Sin embargo, reducir el consumo de energía depende mucho de las acciones individuales que cada uno emprenda frente al problema.

De un lado a otro del mundo la Hora del Planeta proporcionará una plataforma para que una voz colectiva sea escuchada en cada zona huso horario. Desde las calles de Ciudad del Cabo hasta las colinas de Los Angeles, la Hora del Planeta unirá millones de personas mientras el llamado a la acción para enfrentar el cambio climático realiza su travesía global.

El Director Ejecutivo de la Hora del Planeta, Andy Ridley, mencionó que la Hora del Planeta da inicio al camino hacia Copenhagen, donde el futuro de nuestro planeta recae en los líderes del mundo.

“La Hora del Planeta pondrá toda su atención en agendar el tema de cambio climático. Pedimos que un billón de personas participen apagando sus luces durante una hora en lo que en esencia es el primer voto de acción para frenar el cambio climático” comentó. De otro lado el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha anunciado la adhesión de la ONU a la organización de 'La Hora del Planeta' apagando las luces de su sede en Nueva York y en numerosas delegaciones alrededor del mundo, dentro de la iniciativa impulsada por la organización ecologista WWF para exigir a los líderes políticos "una acción decidida contra el cambio climático".
En nuestro medio, el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) se encuentra afinando, junto con el Ministerio del Ambiente (Minam), un proyecto que buscará otorgar incentivos a las empresas que ejecuten o posean negocios medioambientales, informó hoy el titular del Minam, Antonio Brack. Indicó que esta iniciativa, que tiene como objetivo contrarrestar el impacto del cambio climático en el país, no implicará exoneración o rebaja de tipo tributario sino compensaciones económicas por la reducción en los niveles de contaminación ambiental. “Actualmente Perú sólo utiliza el cuatro por ciento de los recursos hidroeléctricos que posee, por ello la meta en un tiempo no muy lejano es pasar a utilizar totalmente la hidroenergía”, sostuvo. Este 28 de marzo, a las 8.30 de la noche, los peruanos nos sumaremos a La Hora del Planeta por primera vez.
ÚNETE… el futuro del planeta también depende de ti.

Fuentes:
Earth hourus
RPP Noticias

sábado, 14 de febrero de 2009

El Amor en tiempos difíciles

No voy a hablar del Día de San Valentín ni del santo que creo también que nada tuvo que ver con esta fecha. El Día de San Valentín, esa fiesta tan comercial como empalagosa en la que celebramos el hecho de estar enamorados, ha llenado Internet de flores, bombones y corazones rosas. Así que los románticos y cursis no la pasarán bien leyendo este artículo.

El amor es un concepto universal relacionado con la afinidad entre seres, definido de diversas formas según las diferentes ideologías y puntos de vista (científico, filosófico, religioso, artístico). Habitualmente se interpreta como un sentimiento y con frecuencia el término se asocia con el amor romántico. Para Gottfried Leibniz, «amar es encontrar en la felicidad de otro tu propia felicidad». En el terreno religioso presenta fuertes connotaciones espirituales, de forma que trasciende el sentimiento y pasa a ser un estado del alma o de la conciencia, identificado en algunas religiones como Dios mismo. En Psicología, Robert J. Sternberg cree necesarios para que exista amor tres elementos: intimidad, pasión y decisión o compromiso. Para Erich Fromm, el amor es un arte. En Biología, parece estar relacionado con la supervivencia del individuo y de la especie. Según algunos, no es privativo de la especie humana, y también pueden presentarlo otros seres capaces de establecer nexos emocionales.

El amor de pareja, aquel que desata pasión y deseo es solo un proceso bioquímico que ocurre en nuestro cuerpo. Los investigadores han descubierto que la oxitocina es la responsable de vincular a los ratones de campo, que como los humanos crean un fuerte vínculo entre ellos que dura durante un largo tiempo. También se han realizado estudios en humanos que muestran que la oxitocina incrementa la confianza y la habilidad de comprender las emociones en los otros. Osea que tiene sentido pensar que el mismo tipo de molécula está involucrada en fortalecer los vínculos entre las personas.

“El Amor y el sexo no tienen nada que ver con la promiscuidad. Simplemente, cada vez hay más gente que acepta que es muy difícil encontrar todos los estímulos en una sola persona ” , explica a EFE, en el Día de San Valentín , Anthony Bogaert, profesor del Departamento de Psicología del Universidad de Brock, en Otawa (Canadá) y experto en sexualidad. El amor aspira actualmente a sobrevivir a este divorcio, pese a los esquemas tradicionales. “ Son personas todavía sexuales pero han perdido el apego sexual a su pareja pero no el romántico ” , puntualiza.

De hecho, este matrimonio amor-sexo, desde una visión psicoanalista, puede ser en muchas ocasiones de conveniencia y esta nueva fórmula sería más realista.

“El amor y el sexo están generalmente separados. Las parejas que más se aman, las que se conocieron a los doce años, fueron al liceo y a la universidad y luego se casaron, no son las que más gozan ” , asegura a EFE, Miguel Oscar Menassa, director del Grupo Cero de Poesía y Psicoanálisis. Y añade: “ Muchas mujeres tienen su primer orgasmo fuera de la pareja. Después gozan con la pareja, pero primero, para tener una buena sexualidad hay que aprender a no respetar demasiado al objeto sexual ” . Aun así, “ lo ideal sigue siendo poder conjugar que aquello que amo es aquello que deseo ” , pero eso “ ocurre muy pocas veces ” y, en esos casos, también puede tener una duración concreta, según Menassa.

“Las consultas están llenas de parejas de enamorados que no pueden tener relaciones. Ellos se convierten en impotentes y ellas en frígidas ” , explica Menassa. Más allá de los caminos divergentes que toma el amor respecto al sexo, comienza a tomar fuerza un colectivo que se reivindica como el cuarta orientación sexual: los asexuales. Para la visión psicoanalista de Menassa, eso no existe.

“Separamos la sexualidad de la genitalidad. La sexualidad es un montón de cosas de la actividad del hombre y es una función vital imprescindible ” , rebate. Sin embargo, Bogaert, en sus estudios, analiza cómo mientras mucha gente “ no quiere sexo por la reacción emotiva que les provoca ” , también existe otra “ que simplemente no tiene interés ni atracción por el sexo ” .

Lo que podemos decir al final de este post, es que el amor es mas allá de todo lo que se puede decir de él. Se ha vendido mucho en torno al amor, se han realizado tantas cosas por amor, han muerto muchas personas por amor, y existen muchas cosas que deberíamos hacer por amor que hasta ahora no hacemos...

lunes, 9 de febrero de 2009

El Pollo a la Brasa: Mas popular que el Ceviche y el Pisco Sour

El Pollo a la brasa es uno de los platos típicos de la gastronomía peruana y uno de los de mayor consumo en el Perú, incluso por encima del ceviche, el chifa y las especialidades de la comida rápida. Este plato es muy popular en todo Lima y en el Perú, inclusive a trascendido las fronteras al parecer por esa manera tan peculiar de dorarse y oler que inmediatamente enciende el aparato digestivo desde la boca hasta nuestras entrañas mas antojadas.

La historia de este agradable potaje, muy fácil de comer y que está al alcance de todos, se remonta al interior del país, se cree que originariamente se comía el ave asada al palo en una sola pieza. Todo hace suponer que los huancaínos (llámese a los habitantes de Huancayo, ciudad de la sierra peruana) son los primeros en probar cocinar al pollo de esta manera. A esta preparación se le denominaba Waku canca.

Luego antes que terminara la primera mitad del siglo pasado, en el puerto del Callao, por la Avenida Estados Unidos en pleno Chucuito , aparece un local en donde se horneó por vez primera con un horno mecánico con palieres paralelos, llamados spedios. Ahí hasta ahora se sigue degustando el verdadero sabor del Pollo a la Brasa peruano, aquel acompañado de sus grandes amigas: las papas fritas en tiras y de su archi conocido aji crema. Este lugar tiene el nombre actualmente de “Se salió el pollo”. Es una de las poquísimas pollerías que sobreviven de esa época de gloria de los comensales de pollo a la brasa), llegaba el mozo, antes de traer la cuenta, con un tazón que olía a limonada para que uno metiese los dedos. Era la delicia de los niños, tan acostumbrados a que los padres nos prohibieran tamaña chanchada. En Surquillo, la Avenida Abancay y San Juan de Miraflores, eran otros lugares en donde así se comía el pollo a la brasa. Además te obsequiaban tu Caldo de gallina y años más tarde tu Aguadito de menudencias....ahhhh...aquellos tiempos.

Sin embargo el pollo a la brasa peruano es obra de dos familias de origen suizo. Don Heriberto Ruiz Sánchez, dueño de la fábrica de hornos y cocinas industriales H. Ruiz Hermanos, lo recuerda así. Cuenta que allá por inicios de la década del cincuenta llegó al Perú, huyendo de la Segunda Guerra Mundial, el ciudadano suizo Roger Schuler, que vino al Perú interesado en la industria hotelera, éste se interesó en este nuevo sabor y manera de comer pollo, y decidió investigar más sobre como lograr un sabor único y un proceso de producción que pudiera darle impulso de negocio rentable.

El 5 de febrero de ese mismo año Roger buscó a su amigo y compatriota Franz Ulrich, un experto en metal mecánica y le pidió que le construya un horno con características especiales... le pidió que sea capaz de hacer girar unas barras de fierro que cargarían el peso de 8 pollos bebés de un kilo cada uno aproximadamente... este invento fue llamado el “rotombo”.

Lo primero que hizo Ulrich antes de conocer a Schuler fue montar una industria de hornos de ladrillos y metal para abastecer el pequeño mercado de panaderías y restaurantes en Lima. Y allí, en su desaparecida planta de El Porvenir, lo conoció don Heriberto, quien por entonces trataba de hacerse un futuro como ayudante de obrero. Don Heriberto dice que los primeros que le encargaron un horno a Ulrich con el exclusivo propósito de abrir una pollería fueron los Schuler, la misma familia del piscómano peruano Schuler. Los Schuler, también de origen suizo, fundaron La Granja Azul, pero le pusieron una estricta condición a su compatriota Ulrich: que no podía vender otro horno de similares características durante un lapso de dos años. La Granja Azul tenía que ser una pollería exclusiva. Un letrero en plena carretera central de los años 50 decía “Coma todo el pollo a la brasa que quiera por 5 soles”, marcó el éxito del negocio desde el primer día.

Don Abelardo Marcos, dueño de cinco pollerías que se llaman todas El Súper Gordo, dice que cuando él inauguró la primera, un lejano 27 de julio de 1966, la moda limeña exigía servir el ave descuartizada sobre adornados cestos de paja en vez de platos. Entonces el pollo a la brasa no era comida popular ni democrática. Además, acabado el festín, las pollerías tenían que ofrecer una vasija con agua tibia y rodajas de limón para que los comensales se limpiaran la grasa de las manos. Porque eso sí: el pollo a la brasa se comía con las manos. Y no era diferente en La Granja Azul de Chaclacayo ni en El Cortijo de Barranco ni en El Festejo del Rímac. En fin. El asunto es que don Abelardo Marcos llegó a tener trece pollerías en Lima, una granja y cinco camiones repartidores. Y él era dueño, cajero, mozo y chofer. El pollo a la brasa no es 'fast-food'. Todo pollo que gire desplumado sobre un colchón de carbones ardientes tarda 45 minutos en cocinarse.

Arnold Wu, peruano de origen chino y viajero cosmopolita antes que empresario pollero, estaba convencido de eso cuando decidió convertirse en gerente general del Pardo's Chicken. Eso fue en 1998. Cinco años después, su cadena de pollerías a la brasa cuenta con nueve locales en Lima, otro en el barrio exclusivo de Las Condes, en Santiago de Chile, y está a punto de incursionar en Miami, donde las pollerías que llevan el rótulo de 'peruvian style' están contribuyendo a la caída del imperio de las hamburguesas en serie y otros engendros de la comida chatarra.

Medio siglo después, el pollo a la brasa es el tipo de comida que más peruanos prefieren dentro del país y que más añoran los desperdigados por todo el mundo. Según una investigación realizada hace poco por la empresa Ima, Estudios de Márketing, el 78 por ciento de familias peruanas recurre a una pollería con frecuencia, para comer allí, pedir por 'delivery' o llevar en bolsa. Luego siguen los chifas, las pizzerías y las cebicherías. Los demás tipos de comida peruana rozan apenas el 28 por ciento. Para el sociólogo Willy Nugent, esto se debe al bajo precio que ha permitido la industrialización del pollo. El pollo es más barato que la carne de res y más comercial y fácil de preparar que el pescado (por ello también más barato). Con el pollo a la brasa, hoy toda una familia puede salir a comer a la calle por 25 soles, gaseosa de litro y medio incluida.

Originalmente su consumo se centralizaba en las clases altas (desde las décadas de 1950 hasta 1970 aproximadamente) pero paulatinamente se fue masificando, en la actualidad existen cadenas orientadas a un público exclusivo y otras que se dirigen a las clases populares; el plato suele ser el mismo con muy ligeras diferencias, la diferencia está en las facilidades y la estética de sus locales. Las pollerías –denominación que tienen en el Perú los locales donde se ofrece este plato– abundan en todas las ciudades del país y es un alimento consumido por todos los estratos socio-económicos y culturales de la sociedad peruana.

El Pollo a la brasa es un potaje de mucha demanda y su sabor altamente reconocido. Es por eso que en la segunda mitad del siglo pasado, fue reconocido como Patrimonio de la Nación, el Instituto Nacional de Cultura (INC) no dudó en darle esta denominación a través de una resolución directorial publicada en el diario El Peruano, reconociéndolo como uno de los platos con mayor demanda en consumo del país.

Existe en la memoria de los románticos límeños otros Pollos a la brasa como los aromáticos del Pío Pío del Óvalo Gutierrez, La Cumbre de Surquillo, los grasosos de El Super Gordo de la avenida Abancay y los chiclosos de La Caravana de Pueblo Libre. Al final de cuentas, señora, de los hoy 49 distritos y 2 provincias de la Gran Lima, barrio que no tenga su pollería no es barrio. En todo caso, el boom de las pollerías es muy anterior al boom de los hostales de hoy en día.

Fuentes:
Redacción Periodística ISIL
Perú 21. Diario matutino
El Pollo a la brasa es peruano. Portal gastronómico

miércoles, 28 de enero de 2009

Comiendo en familia: Qué es eso?


Si nos ponemos a pensar, cuarenta años atrás esa era una costumbre muy arriagada entre las familias, en especial las latinas. Desde que estamos globalizados, estresados, con dos sueldos por familia y nuestros hijos con la nana, pareciera que las cosas se han sofisticado tanto que al punto de considerar que el comer con la familia ya es una leyenda, tal vez un mito...

¿Un mito? Quizás. A decir verdad, también hace cuarenta años había empleados con turno de noche, padres que viajaban mucho y madres que trabajaban fuera de casa. Había profesionales que salían tarde del trabajo y papás que pasaban por la taberna antes de ir a casa, también tarde. La conversación en la mesa tal vez consistía, muchas veces, en peleas entre los chicos y exhortaciones de los padres: "esos modales...", "acostúmbrate a comerte lo que te pongan"... ¡Para quién no sería un alivio, a veces, poder librarse de la compañía de sus personas más cercanas y más queridas para dedicarse a sus aficiones!

La comida en familia traía muchas cosas positivas, era un rito cotidiano, que reunía a padres e hijos alrededor de la mesa. Y no solo para comer, sino también para contarse cómo había ido el día, escuchar a los demás y estrechar los lazos familiares. Existen estudios que se han realizado donde dan crédito al asombroso poder de las comidas familiares: Cómo nos hacemos más inteligentes, fuertes, sanos y felices comiendo juntos. Los estudiosos dicen que la edad o periodo del tiempo más importante del niño para formar el carácter y personalidad son los 3 a 5 primeros años de vida. Todos coinciden que nuestros pequeños se convierten como "esponjas" de todo lo bueno y lo malo que les podamos ofrecer directa e indirectamente. Es aquí que se aprende a darle el preciso valor a las cosas, amor al prójimo, a la naturaleza, a Dios, etc. Y justamente cuando estamos en los momentos más importantes y significativos con nuestros hijos ocurre esto.

Eso de que "es mejor calidad que cantidad" en lo referente al tiempo que le damos a nuestros hijos, no es del todo correcto en estos días, ya que podemos "estar" en casa pero no necesariamente compartiendo con ellos. Es a propósito que la comida en familia, aquella que une a la gente en torno del alimento, no sólo la fraterniza sino que se une para el agradecimiento al Hacedor por la dicha de llevarnos un bocado a la boca...¿Cuántos de nosotros somos agradecidos de por alimentarnos cada día? Por ejemplo este hecho significativo sirve de paradigma a nuestra descendencia. El conocer que le pasa al otro dentro de una familia es muy beneficioso porque implica demostrar el interés genuino entre los integrantes de la familia, una efectiva comunicación entre sus integrantes y un conocimiento real de lo que acontece dentro del grupo.

Podemos ahorrarnos terribles dolores de cabeza, discusiones y conflictos en el futuro si tratamos en restablecer esa costumbre tan importante como es la de sentarse a la mesa juntos. Hijos drogadictos, inestables, jóvenes deprimidos, padres estresados, etc. Si las comidas familiares no hicieran más que prevenir el consumo de drogas en adolescentes, solo por eso valdría la pena tenerlas. Pero, naturalmente, hacen mucho más que eso. Previenen males porque antes han cumplido una tarea más fundamental, permiten a los hijos comunicarse regularmente con los padres, y a los padres comunicarse con los hijos. Nos conectan con nuestras tradiciones religiosas, culturales y familiares.

No es algo que hayamos de reinventar todos los días, algo que nos exija empeño para que sea un tiempo de convivencia familiar con "calidad"; es algo que prácticamente cualquiera puede hacer. La comida familiar saca partido de necesidades biológicas y sociales básicas. Nos permite realizar aquello en que consiste ser una familia: cuidamos unos de otros, compartimos cosas, recorremos juntos el camino de la vida. Esta intimidad natural es la base sobre la que luego se levanta la "calidad". "Los investigadores descubren que nuestros más significativos recuerdos de la infancia no son grandes acontecimientos, como espectáculos o eventos deportivos, sino más bien el cariño mutuo, el compartir, el pasar tiempo juntos.

Para intentar ensayar nuevamente tal costumbre, es preciso "desconectarnos" del mundo. Ese instante hacerlo genuino y especial. para esto es preciso no tener la televisión encendida, sin embargo una buena música instrumental nos puede ayudar a "hacer" ambiente. Tomarse el tiempo debido para comer, no correr en el camino que realiza el cubierto a la boca., masticar bien los alimentos y entablar una charla que no reuna incidentes lamentables, violencia, sexo y similares. Todo esto hace del ambiente creado muy respirable no solo para realizar una excelente digestión y mejorar nuestra salud, sino para confraternizar y enriquecernos como familia. Además –y esto es más importante–, las comidas son ocasiones naturales para asimilar la historia y los valores de la familia, y a aplicar esos valores en la vida cotidiana y a los problemas y oportunidades que encontrarán en la sociedad. Muchos de esos valores pueden hacerse virtudes alrededor de la mesa misma: estar atento a las necesidades de los demás, levantar el ánimo con una anécdota divertida, generosidad para dejar a otro la mejor porción de postre...; o inmediatamente antes y después: cuando los niños ayudan a preparar la comida y a quitar la mesa y fregar los platos, aprenden a servir a los demás y también a cuidar de sí mismos.

El lector se preguntará tal vez: Pero hoy en día se puede pedir hacer esto diariamente? No es cierto que casi todos comemos fuera de casa y que llegamos al hogar pasadas las 6 de la tarde? Bueno, sino es el almuerzo está la cena para practicar la comida en familia. Sin embargo, no siempre se coinciden en los horarios y los integrantes van llegando de a pocos a la casa. En estos casos, tomar uno o dos días por semana para comer juntos y de esta manera "hacer familia".

Nadie debería restar importancia a las fuerzas que hoy amenazan la cohesión de la familia y convierten a sus miembros en compañeros de piso que comen solos y tienen su comunidad en otra parte. Comer juntos no es todo, cuando se trata de intimidad familiar y del bienestar de los pequeños; pero sin duda es una parte, la parte más factible. Añadamos fuerza de voluntad y la comida familiar recobrará su puesto en el hogar.

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