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viernes, 19 de diciembre de 2008

La Navidad: Sentimiento de amor


La Navidad! La propia palabra llena nuestros corazones de alegría. No importa cuánto temamos las prisas, las listas de regalos navideños y las felicitaciones que nos queden por hacer. Cuando llegue el día de Navidad, nos viene el mismo calor que sentíamos cuando éramos niños, el mismo calor que envuelve nuestro corazón y nuestro hogar.

A esta fecha tan especial le puedes dar tantos significados como diversas formas de prepararte para celebrarla. Para unos tal vez le recuerda que es en ese tiempo cuando reciben sus aguinaldos, para otros quizás sean vacaciones; los peques la relacionan con que no van a la escuela, posadas y regalos, los niños piensan en los intercambios y fiesta; y para muchos otros, es la excelente oportunidad para ver a los parientes que estan lejos, olvidarse de la dieta y compartir con ellos una deliciosa cena.

A veces, de tanto hacer algo, se nos olvida porqué lo hacemos o para qué sirve. Algo así nos puede pasar con la Navidad. Tanto nos la promueven, tanto nos la recuerdan los medios y la publicidad, que corremos el riesgo de olvidar o, por lo menos, diluir su significado. Por eso, vale la pena detenernos un momento y recordar que significa esta fecha y de qué manera la estamos viviendo.

Dado que la Navidad implica una opción por los pobres, debemos convertir nuestro festejo en un acto que vaya en la dirección del compartir y acercarnos de algún modo al menos favorecido. La Navidad es todo lo que hemos dicho, pero lo más importante es darle la perfecta ubicación y contexto dentro de la historia y en nuestras vidas. Navidad es el nacimiento de El Redentor, de Cristo Jesús hecho hombre.

En primer lugar, nos da una alegría inmensa. Si Dios nos ama tanto, si es capaz de jugarse de tal manera por los seres humanos y se hace hombre, quiere decir que nunca más estaremos solos, que Dios es plenamente solidario con las personas y que no hay situación humana, por terrible que sea, en la que no esté presente.

En segundo lugar, percibimos que la encarnación no fue una "superproducción" espectacular, con efectos especiales, sino un humilde nacimiento, en un corral. Esto significa que Jesús se identifica con todas las personas, pero es particularmente cercano a los pobres y a los que sufren. A tal punto esto es así, que el Evangelio de San Mateo pone estas palabras en boca de Jesús: "lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (ver Evangelio según Mateo 25, 40). "Pequeño" en este lenguaje significa el pobre, el humilde, el que sufre, el que está en inferioridad de condiciones.

Si la Navidad implica una tal opción por los pobres (en su sentido estricto y amplio), significa que si festejo la Navidad, tengo que hacer una opción semejante a la de Jesús; es decir, que el sentido de mi Navidad vaya en la dirección del compartir y acercarme de algún modo al menos favorecido.

¿Querré entender y adherir a este sentido? ¿O seguiré corriendo detrás de los compromisos que imagino ineludibles? ¿Seguiré consumiendo cosas, situaciones, mirando lo inmediato, o me animaré a abrirme a este mensaje?

Les deseo y me deseo que podamos abrir el corazón, ser humildes y disfrutar de esta Navidad. Recuperar su sentido tratando de percibir en algo el amor de Dios y haciendo un gesto de solidaridad para con alguna persona (por lo menos una), que sepamos menos favorecida: allí está Jesús esperándonos. Les deseo una muy feliz Navidad, plena de sentido, de alegría y de apertura a la novedad de Dios.

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