PREVENIR MEJOR QUE CURAR

miércoles, 28 de enero de 2009

Comiendo en familia: Qué es eso?


Si nos ponemos a pensar, cuarenta años atrás esa era una costumbre muy arriagada entre las familias, en especial las latinas. Desde que estamos globalizados, estresados, con dos sueldos por familia y nuestros hijos con la nana, pareciera que las cosas se han sofisticado tanto que al punto de considerar que el comer con la familia ya es una leyenda, tal vez un mito...

¿Un mito? Quizás. A decir verdad, también hace cuarenta años había empleados con turno de noche, padres que viajaban mucho y madres que trabajaban fuera de casa. Había profesionales que salían tarde del trabajo y papás que pasaban por la taberna antes de ir a casa, también tarde. La conversación en la mesa tal vez consistía, muchas veces, en peleas entre los chicos y exhortaciones de los padres: "esos modales...", "acostúmbrate a comerte lo que te pongan"... ¡Para quién no sería un alivio, a veces, poder librarse de la compañía de sus personas más cercanas y más queridas para dedicarse a sus aficiones!

La comida en familia traía muchas cosas positivas, era un rito cotidiano, que reunía a padres e hijos alrededor de la mesa. Y no solo para comer, sino también para contarse cómo había ido el día, escuchar a los demás y estrechar los lazos familiares. Existen estudios que se han realizado donde dan crédito al asombroso poder de las comidas familiares: Cómo nos hacemos más inteligentes, fuertes, sanos y felices comiendo juntos. Los estudiosos dicen que la edad o periodo del tiempo más importante del niño para formar el carácter y personalidad son los 3 a 5 primeros años de vida. Todos coinciden que nuestros pequeños se convierten como "esponjas" de todo lo bueno y lo malo que les podamos ofrecer directa e indirectamente. Es aquí que se aprende a darle el preciso valor a las cosas, amor al prójimo, a la naturaleza, a Dios, etc. Y justamente cuando estamos en los momentos más importantes y significativos con nuestros hijos ocurre esto.

Eso de que "es mejor calidad que cantidad" en lo referente al tiempo que le damos a nuestros hijos, no es del todo correcto en estos días, ya que podemos "estar" en casa pero no necesariamente compartiendo con ellos. Es a propósito que la comida en familia, aquella que une a la gente en torno del alimento, no sólo la fraterniza sino que se une para el agradecimiento al Hacedor por la dicha de llevarnos un bocado a la boca...¿Cuántos de nosotros somos agradecidos de por alimentarnos cada día? Por ejemplo este hecho significativo sirve de paradigma a nuestra descendencia. El conocer que le pasa al otro dentro de una familia es muy beneficioso porque implica demostrar el interés genuino entre los integrantes de la familia, una efectiva comunicación entre sus integrantes y un conocimiento real de lo que acontece dentro del grupo.

Podemos ahorrarnos terribles dolores de cabeza, discusiones y conflictos en el futuro si tratamos en restablecer esa costumbre tan importante como es la de sentarse a la mesa juntos. Hijos drogadictos, inestables, jóvenes deprimidos, padres estresados, etc. Si las comidas familiares no hicieran más que prevenir el consumo de drogas en adolescentes, solo por eso valdría la pena tenerlas. Pero, naturalmente, hacen mucho más que eso. Previenen males porque antes han cumplido una tarea más fundamental, permiten a los hijos comunicarse regularmente con los padres, y a los padres comunicarse con los hijos. Nos conectan con nuestras tradiciones religiosas, culturales y familiares.

No es algo que hayamos de reinventar todos los días, algo que nos exija empeño para que sea un tiempo de convivencia familiar con "calidad"; es algo que prácticamente cualquiera puede hacer. La comida familiar saca partido de necesidades biológicas y sociales básicas. Nos permite realizar aquello en que consiste ser una familia: cuidamos unos de otros, compartimos cosas, recorremos juntos el camino de la vida. Esta intimidad natural es la base sobre la que luego se levanta la "calidad". "Los investigadores descubren que nuestros más significativos recuerdos de la infancia no son grandes acontecimientos, como espectáculos o eventos deportivos, sino más bien el cariño mutuo, el compartir, el pasar tiempo juntos.

Para intentar ensayar nuevamente tal costumbre, es preciso "desconectarnos" del mundo. Ese instante hacerlo genuino y especial. para esto es preciso no tener la televisión encendida, sin embargo una buena música instrumental nos puede ayudar a "hacer" ambiente. Tomarse el tiempo debido para comer, no correr en el camino que realiza el cubierto a la boca., masticar bien los alimentos y entablar una charla que no reuna incidentes lamentables, violencia, sexo y similares. Todo esto hace del ambiente creado muy respirable no solo para realizar una excelente digestión y mejorar nuestra salud, sino para confraternizar y enriquecernos como familia. Además –y esto es más importante–, las comidas son ocasiones naturales para asimilar la historia y los valores de la familia, y a aplicar esos valores en la vida cotidiana y a los problemas y oportunidades que encontrarán en la sociedad. Muchos de esos valores pueden hacerse virtudes alrededor de la mesa misma: estar atento a las necesidades de los demás, levantar el ánimo con una anécdota divertida, generosidad para dejar a otro la mejor porción de postre...; o inmediatamente antes y después: cuando los niños ayudan a preparar la comida y a quitar la mesa y fregar los platos, aprenden a servir a los demás y también a cuidar de sí mismos.

El lector se preguntará tal vez: Pero hoy en día se puede pedir hacer esto diariamente? No es cierto que casi todos comemos fuera de casa y que llegamos al hogar pasadas las 6 de la tarde? Bueno, sino es el almuerzo está la cena para practicar la comida en familia. Sin embargo, no siempre se coinciden en los horarios y los integrantes van llegando de a pocos a la casa. En estos casos, tomar uno o dos días por semana para comer juntos y de esta manera "hacer familia".

Nadie debería restar importancia a las fuerzas que hoy amenazan la cohesión de la familia y convierten a sus miembros en compañeros de piso que comen solos y tienen su comunidad en otra parte. Comer juntos no es todo, cuando se trata de intimidad familiar y del bienestar de los pequeños; pero sin duda es una parte, la parte más factible. Añadamos fuerza de voluntad y la comida familiar recobrará su puesto en el hogar.

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