Permítenme comenzar este artículo con una definición, "EGOISTA: Se aplica a la persona que solamente se preocupa de sí misma y no ayuda a los demás: a los egoístas no les gusta compartir sus cosas." Cuando el interés de la sociedad en general y nuestro propio interés van en el mismo sentido, no hay duda que todos salimos ganando. Pero, ¿qué pasa cuando el interés de la sociedad y el interés individual van en sentidos opuestos? Tiramos una colilla al suelo por que nos da pereza buscar un cenicero (No es mi caso, ya que gracias a Dios dejé de fumar hace 18 años); talamos árboles para obtener madera (sin plantar más); trabajamos haciendo minería artesanal ilegal (contaminando el ambiente y la naturaleza); vamos en coche contaminando la atmósfera y conduciendo como enajenados; criticamos sin argumentos; zancadilleamos; tenemos envidia del que destaca; etc. Decir y hacer son cosas muy distintas!
El ser humano es muy complejo y diferente. Creo que desde tiempos remotos ha tratado -siempre en virtud de la supervivencia- a preocuparse solo lo que le atañe. Sin embargo no estamos solos en este mundo y también es cierto que el "hombre" es un ser social (aunque por ahí existen algunos "hermitaños") en donde las necesidades se ven en grupo (aquí los sociólogos son de la palabra). No nos damos cuenta que vivimos en sociedad, en comunidad y es por eso que aunque nos cueste, pertenecimos, pertenecemos y perteneceremos a un grupo; y no nos podemos quedar al margen.
Vivimos en un mundo de muchas comodidades, y no se si nosotros seríamos capaces de resistir el sufrimiento, cuando las cosas tan pequeñas, tan insignificantes, a veces nos resultan tan dolorosas. Nuestro compromiso moral y/o religioso nos pide ser testigos de Dios en la vida diaria, en la caridad diaria, en el esfuerzo diario, en la comprensión diaria, en la lucha diaria por ayudar a los demás, por hacer que los demás se sientan más a gusto, mas tranquilos, más felices.
Cada uno tendrá que saber cuál es el modo concreto de entregarse a los demás. Qué significa darme a los demás? Ciertamente, para todos nosotros, lo que va a significar es renunciar a nuestro egoísmo, renunciar a nuestras flojeras, renunciar a todas esas situaciones en las que podemos estar buscándonos a nosotros mismos. No miremos solo nuestra imagen reflejada en el espejo, tenemos -la gran mayoría- una familia que es testigo de como actuamos y como nos insertamos a la sociedad. Es cierto que muchos se "relacionan" para obtener "algo", pero solo es banal, material, sin vida, "sin espíritu".
Un cristiano que nada más viva para si mismo, para lo que a uno le interesa, para lo que uno busca, sería un cristiano que no está dando fruto. Seamos imagen de Cristo, si nos decimos cristianos. Él nos da la semilla y a nosotros nos toca sembrar. Dios nos ha dado cualidades y virtudes, a nosotros nos toca desarrollarlas; Dios nos ha dado el corazón, el interés, la inteligencia, la voluntad, la libertad, la capacidad de amar, el entregarnos o no entregarnos, el ser egoístas o ser generosos depende sola y unicamente de nosotros.
Aunque a veces la generosidad nos cueste y nos sea dificil; aunque a veces el ser generosos signifique el sacrificarnos, es ahí donde vamos a ser felices, porque solo da una espiga el grano de trigo que cae en la tierra y se pudre, se sacrifica, mientras que el grano de trigo que se guarda acaba estropeándose, se lo acaban comiendo los animales o echándose a perder.
Tengamos en cuenta y parafraseando la parábola, que cada uno de nosotros es un grano de trigo. Dependerá de nosotros ser productivos con nosotros mismos y también por los demás. Muchos necesitan de nosotros. No seamos islas, no seamos simples espectadores de lo que pasa. Nuestra misión en este planeta no debe traducirse en llevar una vida dentro de una burbuja y "al diablo" con los demás. Trascender, compartir y amar es el legado de Cristo.
Para ilustrar lo que acabo de escribir, los dejaré con esta historia:
La Navaja de afeitar
Un peluquero tenía en su taller una bonita navaja: limpia y brillante, reflejaba meses de trabajo, y la satisfacción de cientos de clientes. Un día de primavera entró un rayo de sol. La navaja notó sus propios destellos; y se llenó de orgullo y vanidad; entonces se dijo:
- Siendo yo tan luminosa ¿por qué debo seguir aquí rasurando todos los días a feos y rudos campesinos?. Yo merezco una vida más importante que ésta.
La navaja ya no quiso trabajar y decidió esconderse un buen tiempo del peluquero, hasta que él se olvidara de ella e iniciar una nueva vida en lugares más nobles y de acuerdo a su belleza y brillo. Al día siguiente, el peluquero, al no encontrarla, tuvo que recurrir a otra navaja más vieja que la perdida.
Pasaron seis meses y la vanidosa navaja salió de su escondite y buscó el sol. Quería ver de nuevo su propia hoja blanca y brillante para deleitarse de su belleza ¡Amarga fue su sorpresa! La hoja ya no brillaba; estaba toda oxidada. Entonces la navaja rompió a llorar y se dijo:
- ¿Por qué no he seguido trabajando humildemente como antes?
El peluquero, al ver su antigua navaja ya oxidada, trató de limpiarla y recuperarla, pero con tanto tiempo sin uso el óxido la había inutilizado totalmente. Entonces el peluquero la arrojó a la basura.
Cuanto más trabajemos, más brillaremos pues más útiles seremos. No te llenes de soberbia y vanidad pensando que eres único e irremplazable. No nos quedemos viviendo en "nuestra burbuja" Pasarán los años y ésta se reventará y recién te darás cuenta que fuiste un egoísta. Hemos de compartir nuestros valiosas habilidades con los demás. Recuerda que cuando la navaja del cuento se escondió, la vieja y jubilada navaja entró en acción.